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Está ubicada en un lugar paradisíaco. A pocos kilómetros del mar Caribe pero a mil metros de altitud, en un valle rodeado de montañas de hasta tres mil metros. El marco es precioso y la temperatura es siempre suave y constante. Por la noche refresca. El país es bellísimo y sus mujeres también (no todas están recauchutadas). Es El Dorado: grandes yacimientos de de oro y de diamantes, y sobreabundancia de petróleo, ese oro negro, con el barril por encima de los 100 dólares. Llenar el depósito de gasolina vale ¡un euro! Sin embargo no hay leche en las tiendas, y la inmensa mayoría de la población vive en situación de extrema pobreza. Es además una de las capitales más inseguras de Iberoamérica, con secuestros y asesinatos en el orden del día.
Y para colmo de males, tienen a Chavez. No es posible describir la situación de opresión a que está sometiendo el país. Es marxismo puro cuya mecha ha prendido, como siempre, por las tremendas injusticias existentes. Y también como siempre, el remedio está siendo mucho peor que la enfermedad: más inseguridad, más pobreza, más opresión, hospedando y financiando a las FARC, apoyando el infierno cubano y sometiendo a los venezolanos a un régimen de dictadura intolerable, para exaltación y lucro del dictador. En la televisión, campañas permanentes de agit-prop: locutores encorbatados en el telediario diciendo que Uribe es un corrupto financiado por el narcotráfico y que Bush es un borracho y un asesino peor que Hitler (palabras literales). Chabacano, hortera, cutre, demagógico y tremendamente nocivo.
Como no he estudiado el tema, no encuentro razones convincentes que expliquen el porqué de tanta pobreza de unos muchos y tanta riqueza de otros pocos (uno de mis colegas venezolanos acababa de vender una finca de 70.000 hectáreas). Me parece que la única explicación plausible es la estrictamente antropológica: nuestra condición de pecadores y la prevalencia de la avaricia sobre la justicia.
Con lo que, extrapolando, llegamos a lo de siempre: no sólo de pan vive el hombre... y hacen mal el PP y los tecnócratas creyendo que elevando la riqueza desaparecen los problemas. No. Los problemas estarán ahí hasta el final de los tiempos, porque yo, pese a tener lo mío, codiciaré lo tuyo. La solución, en última instancia, pasa por el amor al prójimo. En fin, un lío.