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"Cuando se me encargó la obra de arte que he realizado no se me exigió que fuese duradera, así que no hay incumplimiento alguno por mi parte. Sí, ya sé que la cúpula se cae a trozos, pero es porque la he creado así. Expreso con ello la fragilidad de la condición humana. Una obra que perdure es una obscenidad denotativa de la megalomanía de su autor, que quiere perpetuarse a través de generaciones, buscar la inmortalidad. Eso no va conmigo. Eso es fascismo. Resulta altamente ofensivo que se cuestione mi concepción efímera de lo artístico. La exigencia de durabilidad hubiera sido lisa y llanamente una censura inaceptable. Me reservo el derecho de reclamar una indemnización por daños morales ante tanto acoso. Si no lo entendéis, no es mi problema. Os falta sensibilidad"
Al fin y al cabo, qué son 20 millones ante tanto arte.