06 julio 2006

No son Justerini & Brooks

1964

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.


J. [L] B.


DEL AMOR, DE LA GUERRA

Se que seré feliz. Y a quién le importa
el miedo, los escollos de este mundo,
si un instante contigo es más profundo
que todos los océanos. Es corta
la duda y es muy largo el olvido
para cada derrota. Las batallas
son seguras, pues allá donde vayas
contigo chocarás. Dios ha querido
que en esta vida amemos con empeño,
con paciencia y tesón, pues es oscuro
el bosque que amenaza al amor puro.
Que el amor que es más libre tiene dueño,
un amor decidido, amor que canta,
que a fuerza de minucias se levanta.

J.B.

González de Cardedal

El más reciente artículo del discípulo de Querejazu.

Alfonso Querejazu (1900-1974)

Jurista y diplomático boliviano, formado en España, Inglaterra, Alemania y Suiza. Ordenado sacerdote con 42 años, se traslada a Ávila. Desde allí, además de su dedicación a las almas, promueve las Conversaciones Católicas de Gredos, donde se formaron muchos de los intelectuales católicos de la “ominosa”. Lo he descubierto gracias a su correspondencia con Joaquín Garrigues (el ampulosamente conocido en el mundillo como “el divino”), padre del Derecho mercantil español y gran abogado, cofundador del conocido despacho homónimo. La edición es de Olegario González de Cardedal (alumno agradecido de Querejazu) y está publicada por Trotta. Creía que estaba agotado, pero parece que puede conseguirse aquí. Sus cartas tienen mucho interés (más que las de D. Joaquín, con una fe más intelectual y algo escéptica). Un ejemplo:

“La vida del hombre es milicia contra la malicia y la molicie”

Pero, sobre todo, el prólogo de Cardedal es de antología (por sí solo vaut le voyage), porque expresa magistralmente la gratitud del discípulo al maestro:

“¿Cuáles fueron las tareas centrales de su vida? En primer lugar, ser profesor del Seminario Diocesano. Este hombre, de largo bagaje espiritual, se dio por entero a esos muchachos que veníamos del pueblo, no sólo con el pelo de la dehesa sino con toda la pesadumbre de una subcultura campesina, si bien con la fuerza de una inmensa dignidad, unida a virtudes humanas y cristianas primordiales, junto con una pobreza limpia y decorosa. Los niños yunteros encontramos en él al hombre que rompía los moldes, alguien que tomaba tan absolutamente en serio su clase que para nosotros era un permanente motivo de sorpresa. Dar su lección de cada día era para él algo así como la celebración de la Eucaristía. Todo le era sagrado, desde rezar antes de comenzar la clase, a inclinarse para coger un lapicero que se nos cayera de la mesa, la atención con que miraba a cada alumno y la delicadeza con que, finalizada la clase, acogía la pregunta de quienes le mostrábamos una duda o deseo. Eso es algo que no se puede enumerar fácilmente por lo sencillo, evidente y diario –¡el difícil servicio y amor diligente de cada día!– y que, para quienes lo hemos experimentado, permanece para siempre como parte de nuestra entretela. Hemos asistido al diario esfuerzo, al dramático espectáculo de lo que es ser profesor con alma, viviendo, pensando y levantando en alto la verdad. ¡Él, como buen discípulo de Ortega y Gasset, sabía que cada clase es un acontecimiento dramático! Cuando uno ha visto eso, hay cosas que ya serán verdad para siempre, y nadie nos podrá convencer de lo contrario.”


05 julio 2006

One solitary life

Siempre me ha gustado este anónimo inglés (sí, inglés) del XIX.

“One Solitary Life”

“Here is a man who was born in an obscure village, the child of a peasant woman. He grew up in another village. He worked in a carpenter shop until he was thirty, and then for three years he was an itinerant preacher. He never owned a home. He never wrote a book. He never held an office. He never had a family. He never went to college. He never put his foot inside a big city. He never traveled two hundred miles from the place where he was born. He never did one of the things that usually accompany greatness. He had no credentials but himself... While still a young man, the tide of popular opinion turned against him. His friends ran away. One of them denied him. He was turned over to his enemies. He went through the mockery of a trial. He was nailed upon a cross between two thieves. While he was dying his executioners gambled for the only piece of property he had or earth, his coat. When he was dead, he was taken down and laid in a borrowed grave through the pity of a friend. Nineteen long centuries have come and gone, and today he is the centerpiece of the human race and the leader of the column of progress. I am far within the mark when I say that all the armies that ever marched, all the navies that ever were built, all the parliaments that ever sat and all the kings that ever reigned, put together, have not affected the life of man upon this earth as powerfully as has that one solitary life.”

Desde luego, no destaca la divinidad de Jesús, ni hace referencia a María, o a la Iglesia (no es de extrañar), pero me parece que tiene una importante fuerza apologética.

03 julio 2006

El que no se consuela

Si mis admirados Julio Martínez Mesanza
y Juan Antonio Presas (admirado amigo, en este caso)
tardan lo que tardan,
puede que aún esté a tiempo.

02 julio 2006

d'Ors, Botas, d'Ors

NOCTURNO (FRUSTRADO)

Maldito Baudelaire, malditos Goethe y Borges,
que ahora que contemplo
la luna no me dejan ver
la luna.

Miguel d’Ors, Chronica (1982)


VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE MIGUEL D’ORS

Bendito Baudelaire, benditos Goethe y Borges,
que ahora que contemplo
la luna me permiten ver
en ella
cosas que no verá ningún astrónomo.

Víctor Botas, Historia antigua (1987)


VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE VÍCTOR BOTAS

Luna fría, de otoño, que esta noche
brilla sobre tu ausencia.

Y lo que son las cosas (no te rías
ahora recordando cómo te reprochaba
precisamente esta clase de prosaísmos
tu amigo d’Ors: aquí son algo diferente):
en ella veo hoy aquellos versos tuyos
–o, mejor dicho, nuestros–
(ya sabes, Baudelaire, Goethe, Borges, Horacio,
Diana encabezando por las celestes selvas
la virginal desnuda montería
y la luna astrofísica, y la luna
de Ibn Hazam de Córdoba,
y el hombre aquel del saco que amedrentó tu infancia),
y en su luz pensativa –ahora un símbolo nuevo–
la luz de tu amistad y tu talento.
En fin, tú ya me entiendes: algunas más de esas
cosas que no verá ningún astrónomo.

Miguel d’Ors, Hacia otra luz más pura (1989)