Es autor de Testigo de esperanza, probablemente la mejor biografía de (San) Juan Pablo II, con quien mantuvo una amistad personal. También es amigo personal de Benedicto XVI, sobre quien ha publicado La elección de Dios. Preocupado por la vieja Europa ha escrito Política sin Dios. El cubo y la catedral, un opúsculo de lectura imprescindible (el título no tiene desperdicio, y se refiere al Arco de la Defensa, que el masonazo —mis saludos, Saki— de Mitterrand hizo construir con una altura tal que bajo él encajase perfectamente la catedral de Notre Dame). Además es colaborador habitual de First Things, la mejor y más influyente revista de pensamiento cristiano de EE.UU, con treinta y dos mil suscripciones (la mía entre ellas). Cuando no está en Polonia dando un curso de doctorado permanente, o en Roma, o en Madrid con cuatro chalados conservadores, se le puede encontrar en el Ethics and Public Policy Center, un influyente think tank conservador americano. Como diría mi hijo Santi, este tío es la caña. Más sobre el crack, aquí.
Pues bien, ya os dije ayer que la semana pasada asistí a una cena con él. Una de las muchas cosas que nos contó es que la diferencia principal entre EE.UU y Europa es que allí puede hablarse de Dios y de la fe de uno con toda naturalidad y aquí no. Verbigracia, cuando, invitado por el Partido Popular Europeo, visitó el Parlamento ídem, les habló de dar la batalla contra la pretensión laicista de reducir la fe al ámbito de lo privado, y todos le aplaudieron entusiasmados. Cuando, seguidamente, les exhortó a que predicasen con el ejemplo, los eurodiputados de ese partido (a) mayoritario; y (b) que se dice inspirado en valores del humanismo cristiano, miraron para otro lado y, para su pasmo, le dijeron que semejante pretensión era implanteable en Europa (remember Buttiglione). Esta fue una de las cosas que nos exhortó a combatir. Pero no recriminando a los próceres, sino tomando nosotros la iniciativa en nuestros respectivos ámbitos.
Nos dijo muchas más cosas, que contaré D.m. en otra entrada.
24 noviembre 2007
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1 comentario:
Cada vez que veo el nombre de Buttiglione se me abren las carnes; fue el momento en que 'Unión europea' dejó de ser para mí un ideal.
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