Os decía que, a pesar de los funestos augurios, Weigel transmite de todo menos pesimismo o derrotismo. Desde luego, como buen católico tiene muy presente el non prevalerunt y es, además, un optimista antropológico. Y como miembro de una nación joven y vigorosa (no de la vieja Europa), tiene un ímpetu y una iniciativa que ya los quisiéramos aquí. En España tenemos cabezas excepcionales en el pensamiento católico y conservador, pero casi todos son universitarios o intelectuales (en el sentido peyorativo del término), y faltan hombres de acción. Arcones y algunos otros ciertamente lo son, y por eso necesitan todo nuestro apoyo.
Para muestra un botón: Weigel se fue en 1987 a Moscú (¡con 36 añitos!), con otros cuatro chalados, a reunirse con grupúsculos contestatarios para promover un golpe de estado pacífico. Esto es, a instruir a los arcones et al. acerca de cómo crear una sociedad civil fuerte, y cómo vertebrar la sociedad rusa para oponerse al régimen. La receta era exportable: fomentar el tercer sector, de modo que trabajar en ONGs afines sea una primera opción para profesionales con talento; presionar para que haya una fiscalidad favorable para este tipo de iniciativas; usar de todos los medios legales a nuestro alcance para oponernos a actuaciones políticas nocivas (¡viva E-Cristians!); en definitiva, no quedarse parados y hacer algo para defender nuestros principios.
La arenga fue un acicate. Decididamente, esto tiene solución, pero hay que moverse. ¡Y cuánto nos cuesta!. ¡Ay, este inmovilismo nuestro, siempre dispuesto a criticar y a dar soluciones de salón, pero nunca a mover las tabas!.
Hay que cambiar. Hacen falta más weigels. Hacen falta santos.
28 noviembre 2007
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