A los cuarenta años Djuna Barnes,
harta de todo tipo
de excesos, se encerró
en su pequeño apartamento y nunca
más se movió de allí durante otras
cuatro décadas.
A los cuarenta años Marco Polo
volvió de su aventura por Oriente.
Le quedaba anotar
pacientemente tantos exotismos:
todas las maravillas en un libro.
A los cuarenta años Elio Adriano
después de sus estudios
de latín y de griego
y de haber recorrido
etapa por etapa
la formación completa de un romano,
consideró que estaba preparado
ya para gobernar.
J.A. González-Iglesias
02 marzo 2008
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