Me dice el Dr. Dr. y futuro triDr. Antuñano (como el chiste useño del maitre del restaurante: "are you a real doctor, or just a PhD") que, ante la repetición y continuidad del infame, siente la tentación de imitar a Momsen. Y me adjunta este melancólico poema de Jiménez Lozano:
Sabía Teodoro Momsen dónde vivía Sócrates,
y por Atenas deambulaba cada día,
guiaba a Platón o daba las señas de los baños
a un esclavo que llevaba ungüentos
o una carta de amor, y lilas.
Al acabar la clase quedaba luego ciego
y tenía que ser a su casa conducido;
se perdía por las calles, avezado
a transitar por las de la vieja Atenas.
¿Cómo podría vivir teniendo por vecino
no a Platón o a Sócrates, sino a Guillermo, el Káiser?
Así que se hundió en los libros y no quiso
emerger a la vida, ni recobrar su memoria.
Como para pensárselo. Porque desde luego del Káiser a éste...
27 marzo 2008
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