El chivatazo lo dio Arp el sábado, y he pasado el fin de semana sin vivir en mí. Esta mañana he corrido raudo a Hiperión, y no había llegado todavía. A mediodía me he acercado a La Casa del Libro, y tampoco. Con el mono disparado, he cruzado a la librería del Círculo de Bellas Artes y, ¡eureka!, ya es mío. Menos mal.
Mi Semana Santa va a ser muy apostólica y no sé si sacaré tiempo para leerlo con calma, pero tengo verdadero interés en ver si confirma una tesis que vengo rumiando desde hace unas semanas. De momento, la formulo como simple hipótesis. Hasta ahora he leído los dos primeros tomos, El gato encerrado y Locuras sin fundamento, y los tres últimos, Siete Moderno, El jardín de la pólvora y La cosa en sí. La tesis es ésta: son todos estupendos pero en las últimas páginas de Siete Moderno tiene lugar un punto de inflexión: el paso de una literatura muy buena a algo más, a una obra maestra. Ese salto se confirma en los dos tomos siguientes, donde mengua lo que menos (me) interesa de sus diarios: las pendencias literarias, si han leído o no su obra los que le invitan a dar conferencias, la mala uva al describir personajes, el resentimiento con todo lo que tenga que ver con la religión; y crecen su sentido del humor, su lirismo y su humanidad. Hay en ellos más gusto, más ternura, más agudeza, menos bilis. Es como cuando un torero "se rompe" al torear. O como lo que cuenta su admirado Ramón Gaya en Velázquez pájaro solitario del genial pintor en comparación con otros simplemente buenos pintores: no es un artista, es un creador.
Igual esta tesis es en sí misma una locura sin fundamento y carece de la más mínima base, pero después de unos cuantos miles de páginas leídas, creo haberla percibido con claridad. ¿La causa esta eclosión? Me la guardo para después de haber leído esta Manía, en la que tengo puestas las mejores esperanzas.
17 marzo 2008
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3 comentarios:
No sé, quizá en los últimos volúmenes todo sea 'más redondo'. Y su madurez actual es evidente y a veces llega a cotas prodigiosas, pero no deja de ser quien es y los Diarios siguen teniendo esos elementos que dices y que a mí no me disgustan, salvo sus prejuicios anticristianos, claro.
No sé, yo no veo la cuestión tan clara, aunque ya hablaremos cuando hayamos leído La manía.
GRACIAS, por la recomendación. No conocía a AT y me contagiaste las ganas. Compré La manía también en la librería del Círculo y he estado con ella estos días de Semana Santa.
Llevo unas 400 páginas, la mitad aproximada del libro, y ya puedo decir que me está deparando momentos deliciosos.
Coincido en que lo mejor es la ternura. Igual que habla de la falta de optimismo antropológico de Baroja, creo que AT tiene misericordia antropológica, que sólo se le pierde cuando se enreda en pendencias con otros escritores.
Se disculpan, no obstante, porque la endogamia, corruptelas, amiguismos...deben ser comunes entre escritores y porque, desde que apareció Google, no hay que ser demasiado erudito para ir despejando las X, lo cual le da cierto aire de acertijo: El País de Juan Cruz, Javier Marías y su paquete, Vila Matas y su ... estupidez supina (este es el que se emborracha en Barcelona).
A propósito de Google, dejo aquí el link con una entrevista a AT en la que muestra su casa para El Mundo (¿dejará constancia en futuros diarios?): http://www.elmundo.es/elmundo/2007/07/02/suvivienda/1183395676.html
En fin, que Gracias de nuevo y un abrazo, DAL.
Ah! por cierto, creo que a AT le encantaría leer tu comentario (ojalá lo haga) y saber que proviene de alguien tan excepcional como DAL.
Es un genio. Debería ser obligada su lectura en los colegios. Lo dice alguien no especialmente "aficcionado a la lectura" (como se suele decir) como soy yo
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