Cómo será de bueno Trapiello que, a pesar del vomitivo artículo del domingo, sigo leyéndolo. Dejar de hacerlo sería aplicar el dicho "para que se jorobe el capitán, no tomo sopa" a la literatura, y no estoy por la labor. Ahora, no deja de ser un misterio cómo alguien tan sensible, inteligente e independiente como él puede ser tan rojo.
Bueno, a lo que iba. Ahora estoy con El jardín de la pólvora. Tiene demasiadas pendencias literarias, pero también partes impagables, como la visita a Lisboa. O como la caña que da en unas jornadas paniaguadas en Yuste sobre "Cultura y democracia" (de ahí mi sorpresa ante su rojerío). En un museo lisboeta había, entre esculturas y otros cuadros,
“... unos guardi como todos los guardi, con ese mecanismo suyo, que parecen una caja de música por dentro, llenos de agujas y muy lentos”.
Luego va con su familia al Palacio da Pena en Sintra y lo detesta. Sin embargo, se entusiasma con sus jardines y cuando el mecánico le pregunta si le ha gustado la visita, le viene a la cabeza –aunque se calla– lo que dijo aquel serrano viejo que acababa de ver la Alhambra por primera vez:
“L'Alhambra como toas laj Alhambras; ahora bien, la arbolea, ¡qué arbolea!.
29 octubre 2007
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9 comentarios:
Querido Dal:
Me intriga tu referencia al vomitivo artículo de A.T el domingo. ¿Me podrías ayudar a localizarlo? ¿Donde lo publicó?
¿Qué dice que te merece un juicio tan severo de "rojerío"?
Un saludo.
Saki
Querido Saki,
El artículo salió en El Semanal, que es la revista dominical de La Vanguardia, La Razón y algunos otros periódicos. Era sobre las beatificaciones, y aunque comenzaba diciendo que los martirios fueron una barbaridad, terminaba dando a entender que algo habrían hecho.
Para mí la severidad del juicio se manifiesta en el "vomitivo", no en el "rojerío", que es más bien cariñoso-despectivo (si se admite el oxímoron).
Gusto en verte.
Cómo me he reído con el serrano y las arboleas.
Querido Dal, ¿conoces el dicho "nadar y guardar la ropa"? Pues eso.
Y después de reírme me he quedado pensativo. Qué bueno lo de la sopa y el capitán para defender la autonomía de la literatura. ¿Me dejarás usarlo alguna vez como argumento?
Sí, querido Enrique B., pero por su independencia y por su crítica a los paniaguados y a la cultura progre dominante, me resistía a aplicar a A.T. tal conducta.
Su rojerío me parece más de índole irracional, atávico o por reacción antiburguesa. Pero de verdad que me cuesta entenderlo, porque el tipo es listo y brillante.
Aunque a lo mejor es por el ego. Cuanto más henchido, más de izquierdas se termina siendo.
O por la falta de fe. Quién sabe.
Siéntete libre, querido Enrique G.-M. Así saldo siquiera en parte la deuda que tengo contigo por haberme descubierto a A.T. y por tantos otros hallazgos.
El dicho es de lo mejor, porque refleja posturas "farrucas" que a quien acaban fastidiando es a uno mismo. Yo lo aplico pedagógicamente con mis hijos, y me lo aplico a mí mismo para muchas cosas (entre otras para fumar algún que otro habano a pesar de Fidel).
No sé a qué viene tanta admiración por AT. Sus dietarios son repetitivos hasta el aburrimiento, sus filias y fobias resultan cada vez más infantiles y hasta las pretensiones tipográficas quedan empañadas por abundantes erratas. En cuanto a su "progresismo", es de risa. Parece un universitario de los setenta sin madurar. Hay que reconocerle cierto olfato para descubrir autores menores de módico interés, que es lo que al cabo él mismo terminará siendo.
Para gustos, colores, anónimo.
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