Gracias a un par de comentarios del más prolífico de los poetas (ese Anónimo, que tanto escribe) a una entrada mía de hace meses, he descubierto un nuevo poema de Víctor Botas sobre la luna, y el poema elegíaco de d'Ors a su amigo, que sí conocía, ha devenido más bello aún.
Mi entrada debió llamarse d'Ors, Botas, Botas, d'Ors, y el poema de Víctor que faltaba (debería haber ido en tercer lugar) es éste:
EL HOMBRE DEL SACO
Cuando era niño
me enseñaban la luna y mira me
decían allá arriba hay un hombre
con un saco, ¿lo ves?
Y era
mentira. Claro
que ya entonces me daba
perfecta cuenta
del asunto: la gente
mayor miente muchísimo
a los niños, los toma
por idiotas o –quién
sabe– a lo mejor es eso
precisamente lo que intenta: volverlos
(y con bastante éxito) cretinos
vitalicios; o sea
de esos que nunca pierden
comba, ni palmoteo
indigno, si se trata
de mejorar la nómina.
Hoy, desde
esta nocturna e inquieta
ventanilla de un tren, Luna, te miro
y veo a Diana y veo
la esquiva media luna
de Ibn Hazm de Córdoba y aquella
(más poética aún) de la astrofísica y la
bicorne luna antigua
del viejo Horacio y otra
que no contemplará ninguna noche
quien yo bien me sabía,
de mi mano. No quisiera seguir;
a ver si alguno piensa
que me las estoy dando
de erudito a estas horas, cuando tan
sólo trato (qué fácil
os lo pongo), oh lenguas
viperinas, de imitar
una vez más a Borges –gaudeamus
igitur–.
También veo
por cierto (y ya termino)
al hombre aquel
del saco.
Víctor Botas, Historia antigua (1987)
Alegrías inesperadas de los blogs.
25 octubre 2006
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3 comentarios:
Leídos seguidos los cuatro poemas son una maravilla: preciosos.
Muchas gracias por el poema y por la composición final de los cuatro. Un soplo de fuerza para el día de hoy.
Y ¿por qué está escrito en verso?
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