Philip Gröning es un director de documentales agnóstico, al que siempre le había atraído la vida de los cartujos, cuya regla es la más dura de todas las órdenes monásticas (pasan prácticamente todo el tiempo en el silencio más absoluto). Parece ser que hace quince años, este individuo tuvo la osadía de pedir al prior de la Gran Cartuja de los Alpes suizos, casa-madre de la orden, que le dejase entrar en el monasterio con su cámara para rodar un documental. Sorprendentemente, el prior no le dijo que no, sino simplemente que era algo prematuro y que ya le diría algo. Quince años después (benditos tiempos de la Iglesia) accedió a su pretensión. Gröning estuvo seis meses enclaustrado con ellos (y con su cámara). El resultado ha sido una película de casi tres horas, Into Great Silence, que ha obtenido numerosos premios, y un considerable éxito de espectadores en Alemania, Francia y Suiza. Su sitio web oficial es éste, y puede verse un magnífico trailer aquí.
No tengo noticias de que se haya estrenado en España, al margen de un parece que discreto pase por el festival de cine de Sevilla. Habrá que esperar a que salga en DVD para verla y darle toda la difusión posible.
Siempre me ha emocionado el lema de los cartujos: Stat crux, dum volvitur orbis (la cruz permanece, mientras el mundo da vueltas).