La situación política en Banania era insostenible. La recesión económica se adivinaba imparable, el descontento de la población crecía día a día y la debilidad gubernamental alzcanzaba límites hasta entonces desconocidos.
El Presidente había convocado un Consejo de Ministros de urgencia para adoptar medidas correctoras de la situación. Ni el pesimismo de sus ministros ni la pérdida del apoyo de sus grupos mediáticos hacían flaquear su optimismo antropológico. Cuando desde el salón de palacio comenzaron a oírse el ruido de los tanques y los disparos por la avenida 14 de abril, el Ministro de Defensa exclamó presa del pánico:
– ¡Un golpe de Estado! ¡Huyamos mientras aún estemos a tiempo!
Lejos de perder la calma, el Presidente esbozó la mejor de sus sonrisas y, con la voz persuasiva y aterciopelada que tanto gustaba en sus años de profesor ayudante, dijo a los miembros de su gabinete:
– No os preocupéis, que este golpe de Estado es nulo de pleno derecho.
16 octubre 2007
14 octubre 2007
A.T.
La cosa en sí (¡gracias Enrique!) es la mejor literatura que he leído en lo que va de año, y me atrevería a decir que en mucho tiempo. Leí el libro de un tirón antes de verano y todavía me dura el buen sabor. Ahora, yendo a las raíces, acabo de terminar El gato encerrado (¡gracias otra vez, amigo!). Está bastante bien, sobre todo porque se adivina el germen de lo que luego va a ser esta novela en marcha, pero del uno al otro hay una diferencia abismal. Aunque tiene partes muy buenas, hay otras que creo que el autor suprimiría de buen grado, si no fuese por su coherencia con la literatura. Y falta el humor. Parece que los iniciados aprecian mucho este primer volumen. A mi juicio, tal sobrevaloración sólo puede venir motivada por el gusto del hallazgo contemporáneo (yo-vengo-leyéndolo-desde-entonces), porque leídos hoy los dos, no hay comparación. De todas formas, lectura altamente recomendable.
Por cierto, qué buen crítico es García Martín. Mirad lo que dijo en 1996, con sólo tres de los diarios publicados:
"...esas páginas líricas o irónicas, dedicadas a cantar la vidao las pintorescas andanzas por las librerías de viejo, la melancolía de una puesta de sol o las trampas de la vida literaria, escritas unas veces con el primor de prosa poética y otras con barojiano descuido, se encuentran entre lo menos perecedero de la literatura de estos últimos años."
Además de altamente adictiva, la literatura de A.T. es pedagógica. El otro día en Barajas, esperando el avión y viendo a la gente pasar, me sorprendí tratando de redactar mentalmente una descripción de la escena y lamentándome de dejar pasar un relato como ése (no por falta de tiempo, sino de capacidad). Lo que al menos me quedó es una contemplación más cuidadosa de la realidad, que no es poco.
Cómo estará la cosa que esta mañana he madrugado y me he ido al Rastro.
Por cierto, qué buen crítico es García Martín. Mirad lo que dijo en 1996, con sólo tres de los diarios publicados:
"...esas páginas líricas o irónicas, dedicadas a cantar la vida
Además de altamente adictiva, la literatura de A.T. es pedagógica. El otro día en Barajas, esperando el avión y viendo a la gente pasar, me sorprendí tratando de redactar mentalmente una descripción de la escena y lamentándome de dejar pasar un relato como ése (no por falta de tiempo, sino de capacidad). Lo que al menos me quedó es una contemplación más cuidadosa de la realidad, que no es poco.
Cómo estará la cosa que esta mañana he madrugado y me he ido al Rastro.
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