Hoy es nuestro aniversario de bodas. El 1 de junio de 1995, tras seis años de noviazgo y algunos más de habernos conocido, Carmen y yo nos casamos en la Iglesia de San Bernabé de El Escorial. Ofició la ceremonia el P. Florencio Sánchez LC, con quien tanto queremos. Las lecturas que elegimos fueron Tobías y Sara (en los que, salvando las distancias, nos veíamos reflejados, yo con mi rollo habitual y Carmen tan certera en lo esencial), Corintios XIII, of course, y vosotros-sois-la-sal-de-la-tierra, muy apóstoles nosotros.
La ceremonia fue preciosa y la música estuvo a la altura: cantaron nada menos que los de Schola Antiqua, cuando todavía no eran famosos. Los conocíamos de la misa de dos en Buen Suceso de D. Andrés Pardo. Nos regalaron el mejor gregoriano, Tomás Luis de Vitoria y Francisco Guerrero (qué buen año es el del cielo), todo a capella. Dos horitas y media de nada. Modernos que somos.
Desde entonces, como quien no quiere la cosa, de un modo extrañamente evidente y a la vez misterioso, se han sumado a nuestras vidas David, Juan, Santiago, Manuel, Carmen, (Reyes), Alfonso y Pablo. Laus Deo.
Hoy estoy en Brasil por trabajo y no paro de recordar el agridulce poema de d’Ors con los tetra-briks de zumo de tomate, la fuente de patatas fritas y eso del no ser feliz y que no te importe. A mí vaya si me importa, pero lo cierto es que soy muy, pero que muy feliz. Aunque pueda sonar ñoño.
Feliz aniversario, guapa.
01 junio 2009
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