Hoy es nuestro aniversario de boda. Hace 12 años que Carmen y yo nos casamos, y el Señor ha bendecido nuestro matrimonio con infinidad de gracias y con seis regalos muy especiales: David, Juan, Santiago, Manuel, Carmen y Alfonso.
El P. Ferrán nos ha enviado esta carta:
Muy queridos Carmen y David:
Hace unos días escuchaba a una pareja de jóvenes en torno a los treinta años que no valía la pena casarse y crear una familia, porque ello se convertía en fuente de tensiones, de sacrificios, de renuncias, y a la postre te regalaba en la vida más amarguras que gozos. La verdad es que me extrañó sobremanera escuchar este lenguaje porque es como si el mundo se hubiera vuelto loco de golpe y renunciara a lo único que el ser humano realmente necesita para ser feliz: el amor dado y recibido con generosidad en el matrimonio y en la familia.
Hoy, al enviarles estas letras, resuena en mis oídos, sin embargo, otro mensaje y es el que el Papa Benedicto XVI nos ofrece en su Encíclica “Dios es amor”, en la cual nos hace una propuesta de creer en el amor, de luchar por el amor, de defender el amor, como la realidad más sagrada, más bella, más enriquecedora de la persona y que tiene su fundamento en Dios que es AMOR por antonomasia. Por eso, les quiero felicitar de corazón en este nuevo aniversario de su matrimonio, confiando en que Uds. puedan testimoniar con su vida y su experiencia que seguramente las alegrías más profundas y bellas de su pasado han estado siempre ligadas a esos momentos de generosidad y de donación mutua en su matrimonio.
Me gustaría invitarles en este aniversario de su matrimonio (no importan los años de matrimonio) a que sigan haciendo un esfuerzo diario y tenaz por cuidar esa perla tan bella y también a veces tan frágil que es el amor mutuo. Para ello hay que estar atentos especialmente a que la pasión más fuerte en el corazón humano, que se llama egoísmo, no aparezca con frecuencia en sus múltiples manifestaciones posibles: individualismo, incomprensión, lejanía, desinterés, sentimientos de rencor, sentido de superioridad, silencios, huidas infantiles, falta de ternura, palabras hirientes, dureza en los juicios, etc.
Por el contrario, el cultivo de esa flor tan delicada exige a los esposos en el matrimonio al menos tres actitudes esenciales que evitarán que el amor, como la rosa, vaya perdiendo sus pétalos hasta quedarse en un muñón informe y feo de lo que algún día fue precioso y colorido.
Sigan cuidando mucho el vivir cada día con ilusión, con aquella ilusión que sin duda les acompañó, incluso sensiblemente, en los primeros días de matrimonio, pero ahora hecha madura y firme. Esta ilusión ha de manifestarse en la delicadeza, en la creatividad, en el deseo mutuo, en la valoración verdadera de la otra persona; y ha de evitar la rutina, el cansancio, la lejanía, la barrera de otras ilusiones más fuertes. Después vivir cada día con realismo, conscientes de que el amor hay que alimentarlo y nutrirlo con aquello que lo fortalece: sacrificio, detalles, generosidad, entrega, fidelidad de mente y de cuerpo, actitudes de afecto; y evitando que el amor se reduzca a palabras, a sentimientos vagos, a expresiones vacías y huecas. Y finalmente, vivir cada día con transparencia, transparencia que es diálogo franco y honesto, comprensión, franqueza, honestidad, siendo el uno para el otro como el fondo claro de un río cristalino; y evitando la dureza en el juicio, la crítica interna, la falta de comunicación, la incapacidad para llorar en el hombro del otro.
Me uno espiritualmente a Uds. en este aniversario de su matrimonio, poniendo en el Corazón de Cristo y en las manos de María su vida y pidiéndoles que ellos les acompañen siempre para que este camino que Uds. libremente escogieron les conduzca al cielo. Muchas felicidades.
Un fuerte abrazo de su amigo
J. José Ferrán, LC
Laus Deo.
01 junio 2007
31 mayo 2007
Superación
Alguno lo intepretará como un vídeo "freaky", pero a mi me emociona la capacidad de superación del hombre ante la adversidad.
30 mayo 2007
La superstición del divorcio
Según el Instituto de Política Familiar, en España se produce un divorcio cada 3,7 minutos. En 5 años (2001-2006) el crecimiento de los divorcios se ha incrementado en un 277%. Los datos son de tal envergadura que por cada 4 cuatro matrimonios que se realizan en España se producen 3 divorcios. Un divorcio cada 3,7 minutos, 16 a la hora y 386 al día. De hecho, al divorcio express se accede ya por Internet.
Aun consciente del riesgo de generalizar, creo que en esto los católicos tenemos que entonar un mea culpa. Sabemos oponernos tenazmente al aborto y a la eutanasia, pero no rechazamos con igual ímpetu el divorcio (ya sé que unos y otro no son comparables, pero todos son males). Es más ¿estamos realmente en contra del divorcio? ¿lo proclamamos abiertamente? ¿creemos de verdad en la indisolubilidad del matrimonio?. De la tibieza en este tema vienen, en cascada, casi todos los demás males.
Yo creo a pies juntillas en la indisolubilidad del vínculo. Y ello, como cuestión de Derecho natural y al margen de mis convicciones religiosas. Por otra parte, desde una perspectiva estrictamente jurídica: (i) ¿por qué no pueden dos cónyuges libremente pactar un contrato irrevocable (cuando sí se admite v.g. el mandato irrevocable)?; (ii) ¿por qué el matrimonio es ahora menos que cualquier contrato, en la medida en que puede resolverse por una de las partes sin consentimiento de la otra?. Es más, ¿es verdaderamente un contrato?.
Por cierto, no os perdáis La superstición del divorcio, del gran GKC, en la estupenda versión del combativo E.G-M. Yo, con Chesterton: el matrimonio es muchas cosas, pero también es un voto. Permanecer en él es muchas cosas, pero también es honrar la palabra dada.
Aun consciente del riesgo de generalizar, creo que en esto los católicos tenemos que entonar un mea culpa. Sabemos oponernos tenazmente al aborto y a la eutanasia, pero no rechazamos con igual ímpetu el divorcio (ya sé que unos y otro no son comparables, pero todos son males). Es más ¿estamos realmente en contra del divorcio? ¿lo proclamamos abiertamente? ¿creemos de verdad en la indisolubilidad del matrimonio?. De la tibieza en este tema vienen, en cascada, casi todos los demás males.
Yo creo a pies juntillas en la indisolubilidad del vínculo. Y ello, como cuestión de Derecho natural y al margen de mis convicciones religiosas. Por otra parte, desde una perspectiva estrictamente jurídica: (i) ¿por qué no pueden dos cónyuges libremente pactar un contrato irrevocable (cuando sí se admite v.g. el mandato irrevocable)?; (ii) ¿por qué el matrimonio es ahora menos que cualquier contrato, en la medida en que puede resolverse por una de las partes sin consentimiento de la otra?. Es más, ¿es verdaderamente un contrato?.
Por cierto, no os perdáis La superstición del divorcio, del gran GKC, en la estupenda versión del combativo E.G-M. Yo, con Chesterton: el matrimonio es muchas cosas, pero también es un voto. Permanecer en él es muchas cosas, pero también es honrar la palabra dada.
29 mayo 2007
Lizzie Palmer
Con el odio que despiertan entre el rojerío y con la lectura del libro de Kreeft, tengo el filoamericanismo disparado (y mira que meten patas). Un país joven es aquél en el que una niña de quince años es capaz de hacer un montaje como éste.
A ver si con B XVI a la cabeza y con Sarko, Merkl et al., la vieja Europa resucita y vuelve a ser ella misma.
Y se la pega ZP, please, porfa.
A ver si con B XVI a la cabeza y con Sarko, Merkl et al., la vieja Europa resucita y vuelve a ser ella misma.
Y se la pega ZP, please, porfa.
28 mayo 2007
Estamos en guerra
Es lo que nos recuerda el gran Peter Kreeft en How to win the culture war, libro de cuya existencia me entero gracias a las alertas de Amazon, que me tiene fichadísimo. Aquí tenéis sus primeras páginas.
Kreeft tiene el don de la claridad y sabe ponerlo al servicio de su fe. En escasas 120 páginas, con pasmosa sencillez y combativo humor, nos sacude de nuestro letargo, nos recuerda que estamos en guerra y nos da las claves para ganarla. Como él mismo señala, para ganar una guerra, cualquier guerra, las nueve cosas esenciales que uno tiene que saber son:
1. Que está en guerra
2. Quién es su enemigo
3. Qué tipo de guerra es
4. Cuál es el principio básico de ese tipo de guerra
5. Cúal es la estrategia del enemigo (del Enemigo, en este caso)
6. Dónde está el principal campo de batalla
7. Qué arma derrotará al enemigo
8. Cómo adquirir semejante arma
9. Por qué se va a ganar la guerra
Kreeft considera y responde a todas esas cuestiones con acierto. El único pero que puede ponérsele es, quizás, un excesivo localismo USA en su narración, pero lo que dice es fácilmente extrapolable a cualquier nación.
Por cierto, Peter Kreeft tiene una página web con parte de su producción. Y ¡tantatachaán! podéis bajaros la conferencia que dio lugar a este libro, aquí.
Kreeft tiene el don de la claridad y sabe ponerlo al servicio de su fe. En escasas 120 páginas, con pasmosa sencillez y combativo humor, nos sacude de nuestro letargo, nos recuerda que estamos en guerra y nos da las claves para ganarla. Como él mismo señala, para ganar una guerra, cualquier guerra, las nueve cosas esenciales que uno tiene que saber son:
1. Que está en guerra
2. Quién es su enemigo
3. Qué tipo de guerra es
4. Cuál es el principio básico de ese tipo de guerra
5. Cúal es la estrategia del enemigo (del Enemigo, en este caso)
6. Dónde está el principal campo de batalla
7. Qué arma derrotará al enemigo
8. Cómo adquirir semejante arma
9. Por qué se va a ganar la guerra
Kreeft considera y responde a todas esas cuestiones con acierto. El único pero que puede ponérsele es, quizás, un excesivo localismo USA en su narración, pero lo que dice es fácilmente extrapolable a cualquier nación.
Por cierto, Peter Kreeft tiene una página web con parte de su producción. Y ¡tantatachaán! podéis bajaros la conferencia que dio lugar a este libro, aquí.
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