Lo del Príncipe dando botes de alegría en el partido de ayer me dio bastante vergüenza. No se representa a España de esa manera. Ni llantos, ni carcajadas ni alborozos, por favor.
Además, mucho me temo que el tema haya estado cuidadosamente organizado para que el hereu gane puntos entre la denominada ciudadanía. Sólo así se explica que sus desenfrenados entusiasmos fueran noticia en todos los telediarios (especialmente en los de Prisa, tan amigos del Soberano), y no consten hoy en prensa escrita, sino que se vean sustituidos por beatíficas sonrisas y aplausos comedidos. Verba volant, scripta manent.
Hace años, en otro de esos campeonatos magistralmente glosados por d'Ors y ante otro de los bailes de San Vito del heredero, el comentarista deportivo de la Ser proclamó entusiasmado: "-¡Muy bien por el Príncipe, si sigue así yo le voto!". El director del programa le recordó que la Monarquía no tenía que ver con el sufragio, pero ahí quedo la cosa.
Para eso me quedo con Dª Elena el otro día pidiendo las dos orejas para José Tomás.
11 junio 2008
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