17 abril 2007

B XVI y la música

Ayer, para celebrar el octogésimo cumpleaños de Benedicto XVI (¡felicidades, Santo Padre!) tuvo lugar un hermoso concierto en el Vaticano. Gracias a Zenit sabemos que se interpretarion obras de Gabrieli, Dvorák y Mozart.

Al finalizar, el Papa, con la precisión del teólogo y la emoción del melómano, nos regaló las siguientes reflexiones:

«Al echar un vistazo retrospectivo a mi vida, doy gracias a Dios por haberme puesto junto a la música, como una compañera de viaje, que siempre me ha ofrecido consuelo y alegría».

«Doy las gracias también a las personas que desde los primeros años de mi infancia me acercaron a esta fuente de inspiración y de serenidad».

«Estoy convencido de que la música ... es verdaderamente el lenguaje universal de la belleza»

«Este lenguaje es capaz de unir entre sí a los hombres de buena voluntad en toda la tierra y de llevarles a alzar la mirada hacia lo Alto para abrirse al Bien y a la Belleza absolutos, que tienen su manantial último en el mismo Dios».

«Quienes unen música y oración en la alabanza armoniosa y de sus obras: ayudan a glorificar al Creador y Redentor del mundo, que es obra maravillosa de sus manos».

«Que la grandeza y la belleza de la música os puedan dar también a vosotros, queridos amigos, una nueva y continua inspiración para construir un mundo de amor, de solidaridad y de paz».

Amén.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El Papa y yo (¡qué petulante!) opinamos lo mismo de la música. Yo creo que hay pocas cosas que acerquen más a Dios y hablen mejor o den mejor idea de la belleza absoluta.

¿Alguien se puede imaginar lo que debe ser el coro de los ángeles y los Santos, dándole caña al Carmina Burana o al Dies Irae (no sé si se escribe así) del Requiem de Verdi?

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con el papa (también con jmn y con dal): la música es la más divina de las artes, tanto, tanto que a veces le parece a uno que sube y sube y sube...