01 agosto 2007

Citas

Del prólogo a Cartas de la prisión y de los campos, de Pável Florenski. Por el solo hecho de ser sacerdote ortodoxo fue detenido varias veces por los funcionarios de la Rusia comunista, y pasó la última parte de su vida en campos de concentración. Acabó confinado en las islas Solovki, donde acabó sentenciado por una troika y murió de un tiro en la nuca. Con ocasión de uno de sus interrogatorios comenta Florenski:

En la Lubianka querían que diera los nombres de la gente con la que había mantenido conversaciones contrarrevolucionarias. Después de que me negara obstinadamente, el oficial instructor acabó por decirme: “¡Sabemos perfectamente que usted no forma parte de ninguna organización y que no hace propaganda! Pero llegado el caso, nuestros enemigos pueden fijarse en usted; y, si le proponen actuar contra el poder soviético, puede que usted no se resista…”. Por eso se ponen penas tan largas, Es una política preventiva. El oficial me dijo lo siguiente: “No podemos actuar como el gobierno zarista, que perseguía por crímenes ya cometidos, sino que debemos prevenir esos crímenes. Si no, ¿qué pasaría?¿habíamos de esperar a que alguien cometiera un crimen para castigarlo? No, eso no sirve. Hay que ahogar el mal en el embrión. ¡Nuestra causa estará así más protegida!”.

No, no es 1984 de Orwell. Fue (y en algunas partes del mundo todavía es), realidad en estado puro.

1 comentario:

Juan Manuel Macías dijo...

Sobrecogedor. ¡Y qué triste que gran parte de la "pogresía" burguesa de este país siga mirando hacia otro lado con lo de Cuba!