15 mayo 2008

Despropósitos en La manía

Por todos, éste (p. 208):

"Cuando alguien escribe una frase como esa [se refiere a "Todos podemos ser perseguidos"], sin haber padecido aquella persecución él ni ninguno de sus parientes, se diría que lo único que busca es ser condecorado. En cierto modo recordaba esa declaración a la de esos varones bienintencionados que en su afán de colaboración en la justísima lucha por la despenalización de algunas leyes como la del aborto, sostienen una pancarta frente al consabido ministerio: "Yo también he abortado".

Salvo que haya una ironía que se me escapa (lo dudo), no puedo entender qué condicionantes vitales pueden provocar que alguien tan, tan etc. como A.T. pueda decir esto. Ciertamente es un error pensar que los artistas son o deben ser referentes morales, y por ello resultan especialmente enervantes el caso que se hace a los titiriteros del régimen, o la atención que se presta al último actor que ha decidido hacerse budista.

Sin embargo, con el caso de Trapiello la cuestión es distinta, porque no tiene ningún interés en adoctrinar a nadie ni en ponerse como ejemplo. Y además, especialmente, porque en sus diarios nos abre de par en para las puertas de su vida y de su intimidad, y no tenía por qué hacerlo. Y se da la circunstancia de que en alguien que quiere a su mujer y a sus hijos de esa manera, que disfruta de la amistad, que no se deja llevar por las modas ni el glamour de la izquierda, tan crítico con la subvención y el fatuo halago, y tan honesto a la hora de admirar el arte verdadero, sin engañifas ni tonterías; en alguien con esa admirable capacidad de contemplar la realidad, no se explican frases como ésta.

En lo que a mí respecta, ya digo, voy a seguir leyéndolo y proclamando mi deuda de gratitud con él. Además de por el deleite que proporciona, por una razón más honda: desde que leo sus diarios contemplo la realidad de otra manera y me deleito con escenas cotidianas en las que antes ni tan siquiera reparaba. Y si no me equivoco, sus páginas tampoco son ajenas a las últimas entradas que Arp nos está regalando, contándonos sus recientes aficiones por las flores, los árboles y los pájaros.

Por eso duelen especialmente estos ramalazos de sesentayochismo trasnochado, impropios de alguien en cuya vida hay tanto sentido y tanta coherencia. Puede que vengan de una mala experiencia o de un atavismo incomprensible; o que, definitivamente, su generación sea una generación perdida. Sólo queda pedir y confiar en que algún día se le caigan esas pocas escamas de los ojos que aún le quedan. Ojalá que constate pronto que la armonía de ese mundo que el ama y aprecia viene de Alguien que es todo amor, y que vea que cuando su padre era adorador nocturno o su madre sigue rezando todos los días, no es que fueran – ellos y sus ochenta generaciones anteriores–, unos pobres ignaros supersticiosos a los que compadecer, sino que tenían toda la razón. Que los confusos y equivocados, los que merecen compasión, son precisamente aquellos urbanitas que los desprecian y que se creen, ilusos, que son dueños de su vida, que el hombre es la medida de todas las cosas o, peor, que ellos mismos se bastan para solucionar los problemas del mundo.

Justísima lucha, ¡tócate los c.!.

7 comentarios:

LFU dijo...

¿Puede explicarme el señor Trapiello cómo diantres puede "despenalizarse" una ley? ¿Cómo puede ser justa la lucha por despenalizar una ley?. Un poquito de rigor al escribir. Y a tí DAL, que Dios te conserve la fe, porque un hombre que desprecia la vida humana de esta manera solamente debe ser objeto de compasión y catequesis.

Ángel Ruiz dijo...

Tú mismo te das la respuesta: no hace falta ponerle de referente moral para todo, basta con admirar su grandeza en muchos aspectos: su capacidad para ver, su dominio del lenguaje, tanto que nos ofrece en cada libro.
Y sí, cuánto se aprende de él a mirar de otro modo la realidad. Aunque no sólo: esa sorpresa ante la realidad se aprendes de él, pero también de JRJ, Antonio Machado, de Galdós, de Cervantes, de fray Luis, y ahora de gente como Bobin, Ginzburg, Miguel d'Ors, José Jiménez Lozano o Enrique García-Máiquez.

Dal dijo...

Con A.T. a mí no me basta, Arp. Cuando alguien te mete así en su vida te implicas en ella, y por eso te duelen estas salidas de pata de banco. Con Trapiello no me vale la asepsia, como no me valdría con un amigo "real". Trapiello no me es indiferente.

Por cierto, ¿Bobin?. Totalmente inconnu. Dame pistas...

Ángel Ruiz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ángel Ruiz dijo...

Te entiendo perfectamente, a mí me pasó lo mismo. Y me sigue doliendo cada vez que no estoy de acuerdo con él, pero ahora quizá con el suficiente distanciamiento: no es bueno crearse ídolos. Otra cosa es que T. sea un escritor de los más grandes, sin ninguna duda.
Bobin es francés, el autor de Autorretrato con radiador, un escritor que se admira del mundo, como Marisa Madieri, la de Verde Agua (de la que habla T. en La manía).

Anónimo dijo...

He leido en la referencia de Arp a Bobin lo siguiente: "una existencia -aunque sea la de Dios- no se 'prueba'. Se acoge o se rechaza, y no es lo mismo ni el mismo lenguaje. Probar es un deseo de sabio o de policía. Acoger es un deseo de enamorado."
Gracias a Arp. Gracias a DAL.

Anónimo dijo...

Sinceramente -lo atribuyo a mi torpeza- por más vueltas que le doy a la frase de marras, no consigo hallarle el punto. Me inclino a pensar que A.T ironiza, no me queda otra salida que pensar eso. Y que lo que él llama "justísima lucha" no es tal, sino todo lo contrario. Será que no quiero creerme que alguien "así" pueda pensar "así".