09 febrero 2007

Gafas

Tras algunas semanas con molestias oculares, el miércoles fui al oculista. Obtuve el temido y esperado veredicto: hipermetropía. A partir de ahora, gafas para leer y para el ordenador. Peor aún fue la explicación de por qué, pese que parece que he estado con ella toda la vida, he notado a los 38 años sus perniciosos efectos: los músculos oculares ya no pueden corregir el defecto que antes solucionaban por sí solos, sin yo saberlo. Síntoma inequívoco de decadencia (aunque, si fuera Enrique, diría que mi cintura ya me venía avisando de ello lustros antes).

Además, me dilataron las pupilas y todavía ando medio cegato, tras 48 horas. A lo mejor es que también psomáticamente soy conservador.

1 comentario:

E. G-Máiquez dijo...

¡Ah, eso es intrusismo! Si tú no tienes cintura... que yo lo he visto. Quiero decir, que no la he visto.
Y bien visto el conservadurismo somático.
Abrazos cegatos.